domingo, 24 de junio de 2012

Día Mundial del Sueño Feliz


La blogosfera maternal y paternal ha creado una iniciativa para que todos compartamos nuestras experiencias de sueño feliz con nuestros hijos.

Se ha creado un grupo en Facebook, llamado Día Mundial del Sueño Feliz, y también un evento ,donde se explica cuál es la iniciativa.

Se trata de realizar una acción de choque el próximo 29 de junio en las redes sociales.

Queremos que el hashtag #desmontandoaEstivill se convierta en trend topic en Twitter y que blogs, páginas y perfiles de Facebook se llenen de mensajes a favor del Sueño Feliz.

                                                                     Foto: Pre Papá

Para ello, las acciones son las siguientes:

-Súmate al grupo de Facebook o al evento.

-Si eres bloguera o bloguero, anuncia ya este evento en tu blog. Especifica que el hashtag #desmontandoaEstivill solo hay que usarlo el día 29 en Twitter. Haz un post ahora anunciándolo y publica otro post el 29 contando tu experiencia de sueño feliz.

-El día 29 (y nunca antes) comparte todos los artículos, citas, testimonios que quieras sobre sueño feliz acompañando a tu hijo, a través de tu perfil o tu página de Facebook, y a través de Twitter.

-El día 29 (y nunca antes) tuitea y retuitea todas las razones que tienes para acompañar a tu hijo a dormir, todos los argumentos científicos que encuentres, todas las ideas que quieras, bajo el hashtag #desmontandoaEstivill.



Si quieres material para sacar tus ideas y para compartir, aquí tienes unos cuantos artículos muy útiles:
Desmontando a Estivill, de Ibone Olza
Terapia para el Sr. Estivill, de Mente Libre
El colecho reactivo, la nueva sandez del amigo de Estivill. De Mente Libre
Bebés y métodos conductistas de aprendizaje (I): la semilla de la violencia de Mente Libre
Bebés y métodos conductistas de aprendizaje (II): Violencia permitida de Mente Libre
Estivill delira…, por Tenemos Tetas
“La criatura que duerme sola es una novedad histórica”, por antropólogo James McKenna
Firmada por varios médicos, pedagogos y profesionales: Declaración sobre el llanto de los bebés
El método Estivill: el último eslabón de una larga cadena de doctrinas hostiles a la infancia, por psicoterapeuta Juan Campos
Por qué no hay que aplicar el método Estivill, de Nace una mamá
Hay que vencer al miedo, de Ser Mamás
Pediatría con sentido común… de Para el bebé
Sobre el “sentido común” de algunos de nuestros pediatras, de Reeducando a mamá
Mi carta al señor Estivill, el señor que vende malos sueños, de Mimos y Teta
El 80% de los niños duerme en compañía, de Bebés y Más.
Artículos sobre sueño infantil y colecho, en Crianza Natural
Sobre el colecho, en El Arte de Criar
El sueño infantil, mitos y realidades, en Dormir sin llorar.
Por qué los niños se despiertan por la noche, de Carlos Glez, en Holistika
El método Maridill, por Dra. Pastelina





viernes, 24 de febrero de 2012

Entrevista a Ramón Soler y Elena Mayorga sobre conciliación familiar


El pasado 4 de febrero se celebró en Málaga la Mesa Redonda EQUOCONCILIACIÓN: "¿Cómo queremos conciliar? Organizado por EQUO Málaga, y en la que participé como moderadora. Participaron además Elena Fernández, candidata número uno de EQUO al parlamento andaluz por la provincia de Málaga, Tahiré Eyras, como consultora de recursos humanos, Colo Villén, en representación de la plataforma Conciliación Real Ya, Alejandro Busto Castelli, como psicólogo, Miguel Báez, como orientador escolar y maestro,  asociaciones de crianza como Crianza Vinculada, y un grupo de familias. El encuentro sirvió para tomar el pulso a las demandas de la sociedad en cuanto a conciliación familiar y laboral. De hecho las conclusiones fruto de la mesa redonda se han aprobado íntegramente por EQUO Andalucía para el programa electoral de las próximas elecciones andaluzas. Podéis leer aquí las reflexiones de Conciliación Real Ya sobre su participación en el encuentro.

De los ponentes invitados, no pudieron asistir por problemas de agenda Ramón Soler, psicólogo y experto en Terapia Regresiva y en psicología infantil y de la mujer y Elena Mayorga, historiadora y experta también en Terapia Regresiva y en psicología infantil y de la mujer. Pero querían contribuir activamente y me concedieron una entrevista que incluimos en el informe de las conclusiones. Desde aquí les agradezco su participación y les envío un fuerte abrazo.






 
¿Qué significa para vosotros conciliación familiar?

Yo entiendo la conciliación familiar como una filosofía de toda la sociedad que permita adaptar el entorno laboral a las familias. Hasta ahora, se ha pretendido lo contrario, adaptar a las familias (sobre todo a la mujer) al mundo empresarial y las medidas que se han tomado son anti-familia y anti-niños.

El cambio debe producirse a todos los niveles, no solamente en el laboral, sino también en la educación y en la sanidad.

¿Estáis de acuerdo con las medidas actuales para favorecer la conciliación?

Las medidas actuales de conciliación me parecen insuficientes. El modelo actual es adultocentrista y no presta ninguna atención a las necesidades del niño. Está basado en la producción y en buscar el mayor provecho posible de la mano de obra. Para que la mujer vuelva a trabajar cuanto antes, otorgan una ridícula baja maternal y ofrecen  guarderías para que las madres lleven a los niños (prácticamente desde el nacimiento) y puedan volver a su puesto de trabajo.

Los bebés son los grandes olvidados. Ellos no votan y no son productivos, de modo que no interesan ni a los políticos ni a los empresarios. Sin embargo, la sociedad debería prestar una atención prioritaria a las necesidades de los bebés. Ellos son los adultos de mañana, de cómo cuidemos a nuestros niños dependerá cómo será nuestro futuro.

La baja maternal actual es absolutamente ridícula e insuficiente. Un bebé de cuatro meses sigue necesitando a su madre tanto como cuando nació y es una crueldad separarlo de ella.

La opción de proporcionar guarderías desde los 0 meses para que las madres puedan llevar a sus bebés es una medida que atenta contra todo lo que sabemos (desde hace más de cuarenta años) sobre la psicología del apego y el vínculo.

Son medidas que benefician únicamente a los empresarios y al sistema productivo, pero que se olvidan peligrosamente de los bebés.


¿Cuáles son los posibles efectos negativos en la salud (psicológica, física) de los niños como consecuencia del modelo actual?

Está sobradamente demostrado que los primeros años de vida son determinantes para la futura salud física y emocional de las personas. Los niños que han compartido con sus padres los primeros años de vida y han tomado lactancia materna están más sanos (su sistema inmunitario es mucho más fuerte), tienen muchas menos enfermedades y, además, son más inteligentes y seguros de sí mismos.

Por el contrario, los bebés que han sido forzados a separarse de sus padres (sobre todo, de la madre) durante los primeros meses y que apenas han tomado lactancia materna tienen una salud más débil y, a largo plazo, tienen más probabilidad de sufrir enfermedades.

A nivel psicológico, los efectos de la falta de la madre en los primeros meses de vida son desastrosos. Suelen ser niños mucho más inseguros, más dependientes y, también, más agresivos. 

Para la madre, los efectos de la lactancia materna también son muy beneficiosos. Se ha comprobado que la previene contra muchas enfermedades, incluyendo algunos tipos de cáncer.

No hay medidas para favorecer la lactancia materna prolongada. Se ha demostrado que la leche materna proporciona al bebé la mejor inmunización posible, de modo que si queremos una sociedad sana, debería ser prioritario apoyar la lactancia materna.

Los niños pequeños que van a guarderías enferman constantemente, por la mayor exposición a infecciones, por la falta de defensas que les proporciona la lactancia materna y, sobre todo, por la falta de apego al no tener la compañía de sus madres. El gasto económico del sistema sanitario es enorme y se vería reducido si los bebés pudieran estar con sus madres el máximo tiempo posible.


¿Qué modelo de conciliación/medidas sería el idóneo bajo vuestro punto de vista como expertos en psicología infantil y de la mujer?

- Permiso paternal de, al menos, un mes para servir de sostén y apoyo a la madre en el proceso de adaptación a la llegada del nuevo bebé.

- Ampliación de la baja maternal a un mínimo de 18 meses.

- Reducciones de jornada. Facilitar a las madres que lo soliciten, la reducción de jornada o la excedencia temporal (y su posterior reincorporación).

- Teletrabajo. Hoy en día, hay infinidad de trabajos que no requieren de la presencia física de la persona en su puesto. A pesar de eso, muchos empresarios siguen manteniendo una actitud propia del s.XIX

- Permitir a las madres llevar los bebés al trabajo.


Dado que las guarderías son necesarias, ¿cómo mejoraríais la calidad de atención de las mismas?

Cuando se consiga la baja maternal de 18 meses, no serán necesarias guarderías para niños menores de esa edad. Mientras tanto, algunas de las propuestas que veo necesarias son:
- Reducción de la ratio de alumnos por aula. Es imposible que una persona pueda atender adecuadamente a 20 niños de 2 años o a 8 niños menores de un año. Si se duplicase el número de cuidadores por aula, podrían atender mucho mejor a los niños y a las necesidades que tengan en cada momento.
- Formación/renovación de los cuidadores. Por un lado, deben estar al corriente de los últimos descubrimientos sobre la neurobiología para poder entender adecuadamente a los niños y, también, les daría formación en métodos libres de educación como los que proponen Rebeca Wild o Alexander Neill.
- Promover el juego libre y desechar cualquier tipo de ficha dirigida. Los niños aprenden a través del juego lo que necesitan en cada momento de su desarrollo evolutivo. Necesitan una compañía formada y atenta, pero no que se les obligue a realizar fichas, donde se les juzgue por lo que hacen.
- Adaptación de los lugares. Ampliar los espacios de juego, reducir las mesas y las sillas.

martes, 14 de febrero de 2012

Los museos y la "niño-fobia"

El mes de octubre pasado fuimos mi familia y yo al museo Picasso de Málaga. Era el aniversario de la apertura, y lo celebraban con un “día para las familias”: visitas guiadas a familias con niños pequeños, cuentacuentos… Ilusionados porque nuestro hijo Pablo, a punto de cumplir dos años, conociera el museo, allá que voy a comprar la entrada. No obstante, como precaución, pregunto en la taquilla antes de comprar las entradas si está adaptado a niños de dos años, y me contestan con un “por supuesto, no se preocupe, ya verá lo que va a disfrutar su hijo…”

Pues llegado el día (lluvioso a más no poder, por cierto), llegamos al museo, esperamos una larga cola… Y cómo no, Pablo acaba poniéndose nervioso. La primera de las actividades era la visita guiada para niños por el museo. Todos los niños eran mayores que Pablo, pero no vimos problema. Pero como ya estaba nervioso por el tiempo de espera en cola, pues pasó lo que tenía que pasar, que me pidió teta. Observo la sala y no hay banco donde sentarse, así que nos acercamos a una azafata de sala y le preguntamos que dónde hay un banco cercano para darle el pecho. Me indica “amablemente” que para que el niño coma tenemos que ir a la cafetería, le replico pero me dice que son las normas del museo. Vaaaaaale, indíqueme el camino más corto, porque mi hijo ya está nervioso. Cuando bajamos las dos plantas para llegar a la cafetería, se me acerca otra azafata que andaba por allí con un pinganillo, a decirme dónde debía dirigirme. “Qué fuerte”, pensamos mi marido y yo. Se han avisado por pinganillo, “atención, la madre que va a dar la teta, atención, interceptarla para que no se siente en ningún banco en los pasillos…”. Pues llegamos a la cafetería y, oh, qué pena, no había ni un solo asiento libre.

Con mi hijo nervioso, yo enfadada y harta de dar vueltas, me acerqué de nuevo a otra azafata y le dije: “lo siento señorita, pero no hay asiento libre, y como usted comprenderá, mi hijo no puede esperar a que alguien se levante de tomar su café sólo porque al museo le parece feo que le de el pecho, así que…” Me miró con cara de “esta la va a liar” y me dijo, bueno, en “ese” caso, “puede” usted sentarse en ese banco. Y antes de que me girara ya estaba dando parte por pinganillo. De verdad que me sentí como un estorbo allí.




Cuando quisimos incorporarnos al grupo de la visita guiada, ya los habíamos perdido, así que pensamos, pues nada, lo visitamos por nuestra cuenta. Nuestro hijo iba en brazos, pero llegó un momento en que se quiso bajar y estar de pie. Automáticamente, sin darnos tiempo a nada, se nos acercó otra “azafata” con pinganillo, a ofrecernos “amablemente” el servicio del museo de préstamo de cochecitos para niños. Le dijimos, “no gracias, no es necesario,” pero ella insistió, “es gratuito, y así ustedes van más cómodos… y el niño, claro”. Pues nada, vamos a por el carrito, pero ocurrió lo que nos temíamos, que Pablo no quería ir sentado, quería andar.

Ante esta “anécdota”, tengo pendiente escribir una carta al museo, o queja, según se mire. Porque no entendíamos que el museo anunciara a bombo y platillo lo del “día para familias”, pero me hiciera “esconderme” para dar el pecho a mi hijo. Porque no entendíamos que se intente acercar la cultura a los niños (con nosotros ha ido a conciertos, teatro para bebés, etc.), y cuando aparece un niño en un museo se enciendan las alarmas de “peligro, un niño donde hay esculturas, piezas de valor”. Porque no nos dieron el voto de confianza para ver si dejábamos que nuestro hijo tocara algo que no debía, o molestara alguien. No dio tiempo, fue ponerlo en el suelo, dar dos pasos y ya teníamos a la del “pinganillo” pegada a nosotros.

Y este post bien podría llamarse “Los restaurantes y la niño-fobia”, “Las compañías aéreas y la niño-fobia”, y todos los que se os ocurran. Todavía recuerdo cuando era pequeña e iba con mis padres a alguna venta a comer. Siempre tenían columpios, toboganes, y pequeños parques infantiles. Porque hace treinta o cuarenta años todavía se tenía en cuenta que un niño de dos, tres, cinco, siete años no aguantaba ni diez minutos sentado. Porque se sabía que un niño no era silencioso por naturaleza, era inquieto, era curioso. Hoy parece que estas cualidades se han convertido en defecto, y además, a los padres que valoramos esa curiosidad en nuestros hijos, esa inquietud, esa energía, se nos tacha de permisivos. Pues lo siento pero no. Somos padres que respetamos sus procesos madurativos sin interferir con técnicas conductistas; somos padres que ponemos límites, que sí, pero los límites razonables para un niño, no vamos a dejar por ejemplo que crucen la calle solos; somos padres que por muy pequeños que sean intentamos explicarles las cosas, que no damos un “NO, porque lo digo YO” porque a esas edades no se puede “razonar” con ellos; somos padres que no queremos que nuestros hijos sean “obedientes” ciegamente, que queremos que sepan luchar por lo que les parece justo (aunque a los adultos nos parezca una tontería), porque de eso dependerá que cuando sean adultos sepan luchar por lo que quieren y no sean personas sumisas y manejables.


sábado, 21 de enero de 2012

De "presiones" y presiones verdaderas

Hace poco recordé la polémica que desató el periódico El Mundo en octubre de 2010, con su artículo ¿Madre o vaca?. En él, la periodista Carmen Machado aludía a supuestas "presiones" que reciben hoy en día las madres para amamantar a sus hijos. Presiones recibidas desde el ámbito sanitario, por ejemplo por el personal del hospital donde hayas dado a luz. No quiero extenderme con este desafortunado artículo, dado que bastante revuelo provocó en su día, como movilizaciones frente a sedes del periódico El Mundo. Por cierto, que en Málaga organizamos en la plaza de la Constitución. 

Muchos sabéis que pertenezco a la asociación Crianza Vinculada, que entre sus finalidades está la promoción de la lactancia materna y el apoyo a familias en el marco de la crianza respetuosa. Como parte de nuestro apoyo tenemos un teléfono donde atendemos llamadas de madres o padres con dudas, problemas, etc. Esta semana he recibido una llamada de una madre que, necesitada de apoyo y comprensión, me contaba lo siguiente:

"Cuando mi hijo nació (que ahora tiene cuatro meses), parecía nervioso (y lo sigue siendo), y en el hospital el personal sanitario me aconsejó que debería quitarle el pecho, porque seguramente la calidad de mi leche no era buena. Cuando tenía un mes y medio, tuvieron que operarle de un problema digestivo, y el personal sanitario (esta vez eran otros) me volvió a recomendar que se la retirara y le diera una leche especial antireflujos. Mi familia ha estado en contra de que le de el pecho, y no pierden oportunidad de recordármelo constantemente. Y cuando hablo de mi familia hablo de TODA mi familia, incluida la política, salvo mi marido. Por la operación de mi hijo he visitado varios pediatras. TODOS me han aconsejado que deje de dar el pecho, que como es muy nervioso mi leche no le viene bien. Cuando les he preguntado si es normal que se tire enganchado al pecho una hora, me han dicho que no, que diez minutos en cada pecho y cada tres horas. Yo, que he intentado informarme por mi cuenta, he leído que debo darle primero de un pecho, dejar que lo acabe, porque la leche del final es la más grasa y la más nutritiva. Se lo comenté a la última pediatra y me dijo que eso ERA MENTIRA. Además otro pediatra me dice que le de cereales ya para que aguante más tiempo por la noche durmiendo, a lo que yo he respondido que tenía entendido que la OMS recomendaba lactancia exclusiva hasta los seis meses. Su respuesta era que yo vería, que si quería que mi hijo estuviera más nervioso y durmiera menos, era problema mío. Por favor, ¿lo estoy haciendo bien? Estoy cansada de tener a todo el mundo en contra y ya dudo de que lo que hago sea lo correcto."

Os podéis imaginar cómo me quedé ante tal acoso y derribo a la lactancia de esta madre, que además me comentaba que ella disfrutaba con ella y que veía a su hijo muy feliz. Por supuesto le dije que era una heroína habiendo mantenido la lactancia contra viento y marea, porque para una puérpera, el recibir constantemente mensajes negativos (y además falsos) sobre la forma en cómo alimenta a su  hijo, es devastador. Me pidió información sobre cuándo se reunía nuestro grupo de apoyo, y la invité a asistir, obviamente. Estaba agotada de oír esta clase de comentarios, y necesitaba oír algo positivo sobre lo que estaba haciendo con su hijo y reafirmarse en los conocimientos que ya tenía.

Esto SI son presiones verdaderas, de las que en muchos casos llegan a acabar con la lactancia. Y es más, las mismas instituciones que afortunadamente te dan apoyo e información veraz para que mantengamos la lactancia de acuerdo con las recomendaciones de las principales autoridades sanitarias, son las mismas que sólo te dan 16 semanas de baja maternal, te dan una escasísima hora de lactancia al día y te presionan para que vuelvas a ser productiva (para el entramado empresarial, porque criar a un hijo es lo más productivo para una sociedad desde mi punto de vista) y te separes de tu hijo, que ya nos encargamos nosotros de "socializarlo" en nuestras instituciones.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Curiosidad y educación

        Ayer fuimos al campo. Como tantas otras veces. Pero hubo algo que me llamó la atención, algo que aunque no era nuevo, sí me hizo reflexionar. Mi hijo tiene ahora dos años, y aunque siempre ha sido un niño curioso, la curiosidad por todo lo que le rodea va creciendo a pasos agigantados. Nos preguntaba a su padre y a mí por todo lo que le rodeaba. Y cuando digo “todo” me refiero a TODO.

       Mientras su padre y yo disfrutábamos de la vista e intentábamos mostrarle su grandiosidad, él estaba descubriendo lo que eran las piedras, las ramas, las bellotas, el barro, los escarabajos, las mariquitas, las hormigas, las hojas, la tierra, las piñas, chapotear en un charco, salpicar agua con una rama, andar con una rama simulando un bastón. Y cada vez que descubría algo nuevo actuaba como si hubiera hecho el descubrimiento de su vida. ¿Cómo es posible entonces que en el momento en que comienzan el colegio desaparezca su curiosidad? ¿Qué clase de educación reciben nuestros hijos para que en el lugar donde deberían ser satisfechas sus necesidades de saber, de conocer, se les anule por completo la curiosidad? Una vez más construimos una sociedad a base de individuos “adormecidos”, sin pensamiento crítico, y fácilmente manejables.

       Y casualmente esta mañana aparece en el muro de Facebook de El Ser Creativo el siguiente vídeo: “Aplastamos la curiosidad de los niños”. En él, Michio Kaku, catedrático de Física Teórica y gran divulgador científico, explica por qué pierden la curiosidad nuestros hijos.



       Una vez visto el vídeo sobran las palabras.





miércoles, 23 de noviembre de 2011

Qué alegría encontrarme con una andaluza en el extranjero

      Cuando tenía catorce años salí por primera vez al extranjero con mi familia. Para mis padres también era la primera vez. Fuimos al sur de Francia, y aunque fue un viaje relámpago, lo disfruté muchísimo. Descubrí que el tren era una forma estupenda de viajar, y decidí en aquel momento que cada vez que pudiera viajaría en tren. Hasta el momento lo he mantenido, aunque claro, teniendo en cuenta que mi padre ha sido ferroviario y tengo beneficios en el precio, no me ha costado mucho.

      En uno de los pocos trayectos en coche que hicimos en este viaje, nos dimos cuenta que un coche nos avisaba insistentemente con su claxon, pero no sabíamos por qué. Hasta que nos dimos cuenta de que la matrícula del coche era de Granada (la nuestra era de Málaga). Tal fue la emoción para mi madre que gritó, "¡son de Granada, para el coche!". Y paró mi padre en el arcén, como pudo. El otro coche paró detrás nuestro. Mi madre se bajó como una exhalación, como si hubiera visto a alguien de la familia que hacía tiempo que no veía. La otra familia se bajó también y actuaron exactamente igual que mi madre, que estaba emocionada.

      Aunque me alegró encontrarnos con otra familia andaluza, no entendí el por qué de tanta emoción. Llevábamos sólo ¡tres días fuera!, y todos se comportaban como si viviéramos en el exilio. Y no entendí tal emoción hasta el pasado sábado.

O qué alegría encontrarme con una madre que ha optado por lactancia respetada

      Salimos a realizar las compras a un centro comercial mi marido y su familia, mi hijo y yo. Al terminar las compras, mi hijo de dos años me pidió teta. Había mucha gente, y el aparcamiento estaba lejos. Mi suegra me indicó dónde había un banco, y me encaminé hacia él. Cuando me acercaba vi que había un señor sentado, y una madre dando el pecho, aunque no podía ver bien si era un bebé de meses o mayor. Pensé "¡bien!, es un sitio estupendo". Aunque no tengo problemas para dar el pecho donde sea, me pareció que nunca lo había hecho en un sitio mejor.

      Al sentarme mi hijo se dio cuenta de la mamá de al lado con su hijo y lo señaló, a lo que le contesté: "sí Pablo, nosotros vamos a hacer lo mismo, mira qué propio". Los que me conocen saben que no soy mucho de hablar con desconocidos en la parada del autobús, en un banco del parque, o en la cola del banco. Aunque eso sí, problemas para relacionarme, ningunos. Pero esta ocasión fue diferente. La madre me contestó "qué bien, ¿qué tiempo tiene?", "Dos años, ¿y el tuyo?", "Dieciocho meses". Y ¡tatatachán! palabras mágicas. Mantuvimos una conversación acerca de la lactancia, compartimos experiencias, información, confidencias... ¡Fue estupendo! Pero lo mejor fue cuando caímos en la cuenta de que las dos pertenecíamos a grupos de apoyo a la lactancia y a la crianza respetuosa. Ella en su ciudad (que para más inri no era de Málaga, y había venido expresamente a comprar ropa para su hijo), y yo aquí en Málaga.

      En ese momento se me vino a la memoria nuestro viaje en familia a Francia, recordé la emoción de mi madre y de la otra familia granadina, y comprendí por qué mi madre se había sentido así. Cuando optas por la crianza respetuosa, nadie te cuenta que tiene su "parte negativa". Y no negativa por lo que supone para tu hijo, ni lo que implica para ti con respecto a esa opción. La "parte negativa" es la de sentirse observada, criticada, y casi teniendo que dar explicaciones a diestro y siniestro de por qué has optado por ella. Te sientes como si estuvieras predicando en el desierto. No te das cuenta de las energías que gastas hasta que, por una vez, nadie te juzga ni te da "consejos". Y suerte que tenemos de pertenecer a un grupo de familias en las que nos apoyamos siempre que lo necesitamos. Pero, encontrarte en un banco en un centro comercial con alguien de tu misma forma de pensar (en cuanto a la lactancia, la crianza, etc.), eso es como que te toque la lotería. Igual que encontrarte en una carretera secundaria de Francia con una familia granadina. Y a las dos se nos iluminó la cara. Y a mi, por lo menos, me alegró el día, y todavía dura.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Política y derechos de los bebés: ¿lograrán re-conciliarse algún día?

Llevamos oyendo mucho tiempo que la política está cada vez más alejada del ciudadano. Que la clase política actual ha perdido la conexión (si algún día la hubo) con las personas a las que representa. Que somos números, estadísticas, ratios, etc. En el debate electoral se habló de pasada de la conciliación, casi como un trámite por el que había que pasar, un formulismo, y del que había prisa por salir. Fue muy evidente: estaban los dos de acuerdo.

Hoy he sido testigo/partícipe de esta desconexión tan manifiesta. El hijo de 20 meses de una amiga estaba enfermo. Tanto su madre como su padre trabajan, y lo llevan a una guardería. No tienen más remedio que trabajar los dos, y para ella (sé que para él también, pero su angustia la viví en cada reunión que teníamos) no fue plato de buen gusto tener que separarse de su bebé. Dado que estando enfermo no querían llevarlo a la guardería, recurrieron a mi (que vivo cerca) para que lo cuidara esta mañana.

He sido testigo de cómo sufre una madre cuando tiene que separarse de su hijo enfermo. He sido testigo de cómo este niño ha sufrido con la separación de su madre. Y, dado que yo también soy madre, he sufrido por los dos, porque cuando una se convierte en madre, no puede evitar tener un grado de empatía con otras madres y niños que roza lo irracional. Y por supuesto creo que no es necesario que reseñe que me he quedado con él encantada.

Por eso me pregunto:
¿Qué clase de presión existe en el mundo empresarial para que una madre o un padre no puedan quedarse con su hijo cuando está enfermo? ¿Cómo es posible que teniendo en cada convenio colectivo  días para asuntos particulares (en unos más que otros), nos atemorice solicitar su uso a nuestros jefes? ¿Cómo es posible que esta sociedad occidental tan "avanzada" se esté dejando atrás a los niños, su bienestar, sus derechos? ¿Cómo es posible que todos los partidos políticos que tienen representación en el Congreso, aboguen por la escolarización (institucionalización) prácticamente desde el nacimiento? ¿Qué clase de políticos (que son padres, que han sido niños) nos "representan", que olvidan lo que un bebé/niño puede llegar a sufrir? ¿Cómo es posible que los partidos políticos hayan perdido la total conexión con el mundo real, con los problemas cotidianos de los ciudadanos, con el sufrimiento de los niños y sus padres?

Todo esto tiene que cambiar, no tiene más remedio que cambiar. Tiene que llegar el día en el que la política esté al servicio del ciudadano y no al revés. Y ojalá lo vean mis hijos.