lunes, 5 de diciembre de 2011

Curiosidad y educación

        Ayer fuimos al campo. Como tantas otras veces. Pero hubo algo que me llamó la atención, algo que aunque no era nuevo, sí me hizo reflexionar. Mi hijo tiene ahora dos años, y aunque siempre ha sido un niño curioso, la curiosidad por todo lo que le rodea va creciendo a pasos agigantados. Nos preguntaba a su padre y a mí por todo lo que le rodeaba. Y cuando digo “todo” me refiero a TODO.

       Mientras su padre y yo disfrutábamos de la vista e intentábamos mostrarle su grandiosidad, él estaba descubriendo lo que eran las piedras, las ramas, las bellotas, el barro, los escarabajos, las mariquitas, las hormigas, las hojas, la tierra, las piñas, chapotear en un charco, salpicar agua con una rama, andar con una rama simulando un bastón. Y cada vez que descubría algo nuevo actuaba como si hubiera hecho el descubrimiento de su vida. ¿Cómo es posible entonces que en el momento en que comienzan el colegio desaparezca su curiosidad? ¿Qué clase de educación reciben nuestros hijos para que en el lugar donde deberían ser satisfechas sus necesidades de saber, de conocer, se les anule por completo la curiosidad? Una vez más construimos una sociedad a base de individuos “adormecidos”, sin pensamiento crítico, y fácilmente manejables.

       Y casualmente esta mañana aparece en el muro de Facebook de El Ser Creativo el siguiente vídeo: “Aplastamos la curiosidad de los niños”. En él, Michio Kaku, catedrático de Física Teórica y gran divulgador científico, explica por qué pierden la curiosidad nuestros hijos.



       Una vez visto el vídeo sobran las palabras.





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